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¿Qué es la huella ecológica y cómo disminuirla?

La huella ecológica, conocida también como mochila ecológica, es el efecto que producen nuestros hábitos y costumbres en el medio ambiente. De esta manera podemos definir si se trata o no de una actividad sostenible. Aunque es difícil conocer cuál es nuestra huella, lo que si podemos saber es cómo reducirla poco a poco.

Para empezar debemos saber que todas las fases de producción dejan una huella, existiendo cuatro tipos:

    • la de suelo
    • la hídrica
    • la de carbono
    • la de materiales

Todas ellas nos ayudan a calcular la extensión de terreno, el consumo de agua, las emisiones de gases de efecto invernadero y la cantidad de materiales que intervienen en todas las fases de producción.

La realidad actual es que estamos consumiendo al planeta. Consumimos más recursos de los que producimos y producimos más residuos que la biocapacidad que tiene el planeta tierra para asimilarlos. Para que nos hagamos una idea, los seres humanos consumimos una cantidad de recursos naturales equivalente a 1,6 planetas. Si continuamos así, el resultado es quese necesitarían 1,75 planetas en 2020, y 2,5 planetas en 2050.  En 2017, solamente en España, necesitamos tres veces los recursos disponibles dentro de nuestro territorio (3,7 hectáreas) por persona.

La utilización del terreno

La huella ecológica se refleja en el suelo en la cantidad de terreno que hace falta para producir una materia prima, es decir que estas huellas nos muestran la cantidad total de recursos consumidos, sea cual sea su uso. La huella dependerá en gran medida de la índole del terreno, de cómo se emplee y de si existen otros usos simultáneos. Por ejemplo, en Argentina, Brasil, India, China, Paraguay y Estados Unidod, el cultivo de soja, supone más del 90% de su producción. Esto implica que se hayan deforestado zonas rurales que antes se dedicaban a la ganadería intensiva.

El consumo de agua

Esta huella indica el consumo de agua dulce que se utiliza para producir los bienes y servicios que consumimos. Se conoce también como ‘agua virtual’ y se divide en:

Huella hídrica azul: volumen de agua de superficie o subterránea que se introduce en producto y se devuelve al medio ambiente.
Huella verde: volumen de agua de precipitación que se evapora en el proceso productivo o incorporada en un producto.
Huella gris: volumen de agua contaminada en los procesos y que posteriormente es necesario diluir para eliminar la toxicidad.
Día a día utilizamos más cantidad de agua de la que podemos imaginar. La principal huella hídrica es la que deja el sector de la alimentación. Debemos conocer nuestra huella hídrica para poder concienciarnos sobre un uso eficiente.

La extracción de materias primas

La huella de materiales mide la cantidad de materias primas necesarias para fabricar algún producto o realizar alguna acción y contempla la superficie consumida y la vegetación y arboleda afectada.

Las emisiones de CO2

Consiste en la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que produce el ser humano al fabricar un producto o realizar sus actividades diarias.

Su consumo depende del tipo de hábitos que tengamos, es decir que este será distinto en función del consumo de energía en el hogar, en el transporte y en los hábitos de consumo o residuos.
Uno de los emisores de gases de efecto invernadero más importantes es la ganadería , ya que el gas metano que emite es 23 veces más potente que el CO2.
Debemos tener muy en cuenta que prácticamente todo lo que usamos, comemos y hacemos a lo largo del día produce CO2 y que por lo tanto debemos reducir el consumo, reciclar y pensar en las alternativas más ecológicas.

El impacto social sobre nuestros hábitos de consumo

Por último pero no menos importante, es saber que de la huella ecológica se deriva a la huella social, es decir, el impacto que tiene una actividad económica sobre las personas que viven y trabajan en un entrono social, económico y medioambiental.

Lógicamente aquellas empresas que son respetuosas con los productores locales y apuestan por el comercio justo dejan un impacto social más positivo que aquellas cuyos trabajadores están en condiciones precarias o de explotación laboral. Esto a la larga condiciona el nivel de educación, salud y el desarrollo de las sociedades.

No olvidemos que esta huella nos da las respuestas para reconstruir los modelos de producción actuales y avanzar hacia sistemas más sostenibles.

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